jueves, 28 de marzo de 2013


    La lógica en la investigación científica


    Quién ha avanzado más en la definición de lo que es científico y lo que no lo es, es sin duda el filósofo, sociólogo y teórico de la ciencia Karl Popper (1902-1994), nacido en Austria y posteriormente ciudadano británico.

    En su hoy clásico libro "La lógica de la investigación científica" afirma que el conocimiento científico no avanza estableciendo y confirmando nuevas leyes, sino descartando leyes anteriores que contradicen la experiencia. A este descarte Popper lo llama falsación.

    Las "leyes" científicas deben, en este enfoque, ser entendidas siempre como propuestas transitorias (hasta que se encuentre otra mejor).

    De acuerdo con esta nueva interpretación, la labor del científico consiste principalmente en criticar (acto al que Popper siempre concedió la mayor importancia) leyes para reducir así el número de las teorías compatibles con las observaciones experimentales de las que se dispone. El criterio de demarcación entre lo que es científico y lo que no lo es puede definirse entonces como la capacidad de una proposición de ser refutada, lo que llamó falsabilidad: sólo se admitirán como proposiciones científicas aquellas para las que sea conceptualmente posible un experimento o una observación que las contradiga. Así, dentro de la ciencia quedan por ejemplo la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica y, fuera de ella, el marxismo o el psicoanálisis.

    En el sistema de Popper se combina la racionalidad con la extrema importancia que la crítica tiene en el desarrollo de nuestro conocimiento. Por eso su modo de pensar fue bautizado como racionalismo crítico. Entre la comunidad científica, el concepto de falsabilidad ha enraizado fuertemente y es comúnmente aceptado como criterio válido para juzgar la respetabilidad de una teoría.

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